No es ninguna locura
querer sumergirme en tus ojos,
mares de aguas cristalinas
encantados por su propia inconsistencia;
a veces embrujados, a veces en llamas.
No es ninguna locura
querer navegar en la profundidad de tu distancia,
empapándome hasta la irracionalidad
por el hechizo de tu mirada furtiva,
cual una canción que se repita sin parar,
embrujando por completo mi mente.
No es ninguna locura
querer ser un prisionero
en la oscuridad de tu parpadear,
de ser liberado en una erupción de lágrimas,
que caen paulatinamente
como larva de perlas por tus mejillas,
extinguidas sin dolor
por la voluptuosidad de tus labios.
No es ninguna locura sino mi adicción.
David Arthur ©®
Photo de Jérome Coppo