Sierdi

EL MENDIGO

 

Sus lánguidos huesos, eran tan afilados,

como la corrección sabia, de un letrado.

 

Desde la aurora, su situación era precaria.

Después de indagar toda su roída alma,

Resolví brindarle, mi asistencia voluntaria.

 

Al fin al cabo...

 

se confundía el pobre, entre las sombras.

Depositar en Él, de mi dinero, ¡fue buena obra!

 

Al ofrecer un céntimo de efectivo,

casi me devora su recosido bolsillo.

 

Me pareció un buen gesto.

Al final… no se imaginan,

Que pasé, por menso.

 

Mientras la cantera de la noche,

mirándome fijamente,

se saboreaba hambrienta.

 

Al cabo de un pestañeo,

Recibí la medicina…

…Recogió al limosnero,

una limosina, opulenta.

 

Tan larga, como la muralla china.

Pero no tan larga, como la noche mía.

 

¿Será que contó, todo su botín a sus anchas?

Porque ese céntimo, en verdad…

Me hizo falta.

 

¿Seré miserable o angosto de vista?

¿Será Él, mendigo o galán de revista?

 

Si alguien lo ve. Por favor contarle,

Que tengo frío. Que alguno me vista.

¿Soy Yo, el mendigo?