¡PARÁ! MUNDO DISTÓPICO
Luz de neón sobre ruinas del alma,
grita el asfalto que nadie escucha.
Pantallas dictan la fe cotidiana,
la carne se vende, la mente se lucha.
El aire es código, el cielo es de humo,
no queda árbol, ni canto sincero.
La historia es polvo, memoria en consumo,
verdad desechable, amor prisionero.
Reyes sin trono gobiernan las masas,
ídolos fríos de acero y mentiras.
Sonrisas plásticas, modas sin causas,
niños sin sueños, ni madres con liras.
¡Oh mundo que tiemblas sin darte cuenta!
Tu herida sangra sin voz ni testigo.
Las sombras ríen, el mal se alimenta,
del alma vacía, del pan sin abrigo.
Pero aún vibra un susurro sagrado,
una chispa entre el lodo y la pena.
Un canto antiguo, aún no silenciado,
promesa de sol tras la noche llena.
Y al borde mismo del caos más crudo,
cuando la esperanza parezca extinta,
brotará un grito, profético y mudo,
que al corazón dormido lo pinta.
¡Despierta, mundo! ¡No todo está muerto!
Hay luz sembrada en cada dolor.
Quien mira al cielo con ojos abiertos,
hallará en Cristo un nuevo color.