No me digas más nada, que no quiero escucharte. No me importa que seas extraterrena o musa. Si eres esquizofrenia, neurosis, paranoia o un otroyo enarmariado, o si eres dios o eres el diablo intentando reclutar a un inédito acólito.
Si insistes en joderme los momentos de sosiego, te juro ir al psiquiatra. Le digo que oigo voces en mi cabeza y que me dé pastillas para envenenarte.
Coño, ya está bien...