He olvidado lo que se siente estar sobre tu cálido y tranquilo pecho,
e intentar dormir mientras escucho los latidos de tu corazón,
como si marcaran el compás de un refugio que ya no es mío.
He olvidado cómo tus dedos se perdían en mi ondulado cabello,
cómo si el mundo se volviera suave cuando me acariciabas,
y yo, sin miedo, me dejaba llevar.
He olvidado si era el frío el que nos obligaba a estar juntos,
o el pretexto que tanto buscábamos.
Ahora el silencio pesa, y el recuerdo de tu calor
se disuelve entre las sábanas frías.