El cuerpo se ha disfrazado de roca,
frío, ciego, lejano, despierto.
Imposible de mirar, innegable de tocar,
Descansa confuso en el caos del desierto.
Indiferencias le acarician con calma,
no se resiste, se desarma.
Mentiras espinosas cubren cual manta,
dolor, perdón y tragedia el corazón canta.
La pena embriaga tardía, aferrada,
pues la carne es méndiga del dolor.
Sobrevive pecadora en tu mirada,
huyendo del beso deseado sin color.
Palabras carentes de certeza,
envenenan soledad y delicadeza,
profanan al ente desolado,
que como nunca jamás te ha amado.