Tu. (Estrofas biseladas)
En la casa sin oro ni cuento
se respira el más puro sustento;
pan, ternura, palabra y faena.
No hace falta una historia bonita,
sólo amor que en la mente se cita
con la paz que no busca condena.
Cuando llegas, la sangre obedece,
ver tu cuerpo, su forma enmudece.
El reloj ya no quiere dar la hora.
Tus dos manos recorren la arcilla
donde el pulso del alma se humilla
y se enciende la piel que te implora.
Tu suspiro se esconde en mi aliento,
me devuelve mi propio cimiento.
Te deseo sin voz ni frontera.
Se desata mi fiebre en tu risa
como un río que quiebra la prisa
y en tu pecho comienza la esfera.
Te desnudo sin ver, sin tocarte,
y me duele este modo de amarte.
Cada noche tu sombra me abraza.
Me consumo sin paz ni defensa,
y no verte recrea la ofensa
de mi mente del mal que ella caza.
En tus labios la sal se disuelve
como un canto que el alma resuelve.
No hay descanso sin esa batalla.
Tu deseo se oculta y provoca,
como llama que envuelve la roca
y en silencio la quiebra y la calla.
No me ofrezcas tu flor sin espina,
quiero arder donde el gozo termina.
Que tu cuerpo me quite el camino.
No se salva quien cae en tu danza,
sólo pierde su forma y su lanza
en el centro del beso divino.