Vete.
Si la verdad te rasga,
si no sabes mirarla sin parpadear,
si prefieres las mentiras suaves
que no duelen… pero tampoco sanan.
No me maquilles el alma.
No me pongas sonrisas de porcelana
cuando por dentro me estoy quebrando.
Yo no nací para fingir calma
mientras me trago el incendio.
¿Te molesta que no me calle,
que no te diga lo que quieres oír?
Entonces vete.
Que aquí no se juega a las apariencias,
aquí se sangra, se grita,
se llora con los ojos bien abiertos.
No esperes que me disculpe por ser real.
Por hablar aunque tiemble,
por quedarme aunque duela,
por romper el silencio aunque tú
prefieras seguir dormido en él.
Yo no vine a gustarte.
Vine a ser.
Y si eso te incomoda,
si la verdad te pesa más que mi ausencia…
vete.
Pero no vuelvas cuando el eco te responda
con la misma voz que no supiste soportar.