Recuérdame en la Luz
Si algún día mi risa se apaga,
y el viento se lleva mi voz,
no te quedes mirando la laguna,
ni llores por lo que se perdió.
Recuérdame en el sol de la mañana,
en el aroma del café,
en las flores que abren sus pétalos,
en el rumor del prado al amanecer.
Si la noche te invade de pena,
y el silencio te quita la paz,
no me guardes en un altar de lágrimas,
sino en tu alegría, vivaz.
Cuando sientas que el pecho te pesa,
y el vacío te quiera vencer,
habla con la luna en la ventana,
ella sabe dónde encontrarme, mujer.
Si el amor se convierte en espina,
y duele como un rayo fugaz,
lee las cartas que el tiempo escribió,
y oirás mi risa detrás de tu faz.
Porque el alma no cabe en la tierra,
ni en el polvo que el tiempo borró,
vive en todo lo que has amado,
en tu sangre, en tu luz, en tu amor.
Y si un día no hallas consuelo,
y mis palabras no pueden llegar,
cierra los ojos, toca tu pecho,
ahí estaré, sin jamás olvidar.
Porque el amor no cabe en la muerte,
ni en el tiempo que huye veloz,
yo seré ese latido que escuchas,
ese abrazo que nunca se fue.
Así, cuando la vida se apague,
y el recuerdo me quiera llevar,
no me llames... solo sonríe,
y en tu alma me volverás a encontrar.
—Luis Barreda/LAB