El tiempo pasa,
y cada instante añadimos una corona a nuestros días,
a veces dolorosa como la del nazareno en la cruz,
a veces llevadera como una cana en el otoño
Todo estaba predispuesto para que fuéramos felices,
para eso Dios nos diseño el paraíso...
pero el ser humano es incapaz de ser agradecido,
siempre hay una espina de maldad en su corazón,
predispuesta para hacer daño y romper esquemas
La maldad del hombre no tiene limites
ni colores definidos, aunque el negro predomina
por encima de toda inventiva y presupuesto
Unas veces estamos abiertos a cualquier dialogo
pero otras, nos encerramos en nuestros desaciertos
Cuando habrá paz en la tierra, preguntan unos,
nunca, responde la mayoría, casi al unísono
Hay tantas libertades que ya casi no percibimos
cuáles son las cadenas que nos mantienen atados
a las extravagancias de vivir siempre al confort
de nuestras propias debilidades y cortocircuitos
Nadie está conforme con lo que Dios le ha dado,
y se está casi convencido que se merece más y más,
aún teniendo el bitute y los vinos a manos llenas
y los fardos de chirivico debajo del colchón
¿Qué es la vida? se preguntaba el poeta,
con la inocencia en los ojos y su nobleza de corazón
La vida azarosa se lleva por delante las letras
y no consiente sonetos ni acordes de diapasón
La vida es solo el complemento de ciertas poses
que debemos asumir sin estar plenamente convencidos,
es solo dejarse llevar por las acomodadas perspectivas
que te marca el paso inconforme de esta vana sociedad
La vida es una cloaca donde nos apiñamos todos,
consecuentes con una realidad que nos desnuda el alma:
los que ocupan segundos puestos nunca serán recordados,
y tampoco formaran parte del segundo paraíso.