Es en tu vuelo de armonía,
donde te escucho blanca, blanca tu melodía,
y declina mi angustia,
queriendo ser todo aquello que haces caricia...
Te veo sobre la cumbre más alta,
tan alta, tan alta,
que tu vuelo despierta a la gran montaña
y mi alma en tu vida se filtra...
¡Tan entusiasta e inquieta!
Que siento que mi corazón no tiene cabida
a tanta explosión de dicha,
donde tu reino de victoria es el país de mi vida..
Te admiro sin sofisma ni retórica,
y es que le convienes tanto a mi gran tristeza...
que por vulgar que sea el día,
de oro le haces al sol y alegre a mi mañanita...