Camino por la orilla del mar.
Las olas intentan seducirme, la brisa marina me envuelve con su frescura salada.
Anfitrite me guía con sus manos.
Quiere que descienda, que me sumerja en sus dominios. Pero yo… yo le he robado su caballito de mar. Y ella ha enmudecido de furia.
Las olas crecen, golpean con fuerza, cuando ve que no la sigo.
En mis brazos está su amor, pero ella no sabe que no fue robo… Él huyó de su abrazo, de un amor que casi lo ahoga.
Ahora, ella quiere hundirme a mí.
Pero yo no lo tomé.
Él decidió ser mío, por voluntad propia.