Carolina Ugas Pazos

Trépano y otros instrumentos de tortura quirúrgica

Cortado en cuatro partes

las cuatro partes del manzano,

hazte a un lado

de los incoloros y los desteñidos.

 

Juega con el sol

el señor de las muelas ecuánimes.

 

Bárbaros en el abismo.

 

Casas vacías como mausoleos,

encías sin dientes

para los destetados.

 

Me veo de nuevo y sigo siendo yo

quien muerde,

quien implanta,

quien provee,

quien cae de bruces

y se golpea en la frente.

 

Se queman en la pira

los sacrificios y los silencios,

se puede ser viuda de un pantalón

y estar casada con la cordura.

 

Este es el principio de todas las cosas;

es su vino tinto

y su pan ácimo

y su agua pesada

para moler piedras castañas.

 

Propósito indefinido entre una coz

y otra mala pasada.

 

Un olor de ráfaga y salitre,

verdes limones que cantan

con su ácida voz paroxística.

 

Me encuentro en la plenitud

y maduro y envejezco

y, finalmente, vuelvo para nacer de nuevo.

 

OLLIN

02/01/2014