Me dijo, «renuncié a todo»,
y le creí, su esencia era ligera,
siempre lo fue,
aun en esos sueños extraños
donde los absolutos son un problema,
soñar despacio y vivir deprisa.
«Desperté de mi condena», continuó,
por años y años,
se marchó y regresó después,
desde el inicio hasta la última era,
«olvidarme de todo, eso elijo, diario»,
silenció la brisa.