Prometí arrancarme la lengua,
pero el espectáculo de la sangre,
el gusto metalizado de la sangre
me convulsiona.
De hecho y por cobarde quedé muda,
gota de agua en el fondo del carbón.
De haber sabido esta decepción humana,
hubiese regalado los sentidos.
Dentro, aquí dentro no he podido extirpar
la tragedia, la palabra sofocante
donde he caído por error.
Con gesto tranquilo
me autorizo a cortar el queso
la rebanada de pan,
a masticar sin testigos.
de La costurera de Malasaña, Editions Hoy no he visto el Paraíso, 2011