Brillan los ojos que mienten
como si en ellos viviera el sol,
y en el fondo solo arden
espejismos del dolor.
Brillan las promesas dulces,
como caramelos rotos,
pero el alma que las escucha
termina lamiendo trozos.
Brillan los cuerpos hermosos
en la pasarela del mundo,
pero hay corazones vacíos
como cielos sin rumbo.
Brillan las redes falsas,
los filtros de la apariencia,
pero no hay brillo más puro
que el de la conciencia.
Todo lo que brilla no es oro,
a veces es solo barniz,
y cuanto más se mira de cerca,
más duele lo que descubrís.
Porque el oro verdadero
no siempre se deja ver,
late escondido en el gesto
que el alma quiere creer.
No te deslumbres, viajero,
por luces de neón y sombra:
a veces el barro sin
cero
vale más que la joya tonta.