Vendrá la niebla, sí, vendrá el invierno,
el tiempo que parece ser infierno
pero habrá quien recuerde, la crudeza,
de la niña que hablándole a las flores,
cambiaban sus abrigos por colores
y que juntas, mostraron su belleza.
Porque en medio del mundo que se parte,
hay razones que impiden ver el arte
el bisel, no es frontera, ni es un trato.
Una mano, un clavel, una mirada,
la semilla da vida si es plantada.
Todo lo que florece lo relato.
La rosa y la camelia se entrelazan,
sus pétalos se miran, no se aplazan.
El lirio se arrodilla sin demora.
La niña, con los ojos de la infancia,
respira el girasol con su fragancia
y canta con la dalia soñadora.
La peonía canta con la hortensia,
la violeta se esconde en su presencia,
y el clavel se levanta contra el viento.
La niña las contempla confundida,
lo siente ve en su piel cada partida
y siembra una razón para el aliento.
El jazmín da su luz a la amapola,
el loto nadaría siempre en ola
el narciso se olvida de sí mismo.
La niña va mirando precavida,
esas flores que brotan de su vida
y construye en su mente un gran lirismo.