Está mojado,
el suelo, por el llanto
de las nubes.
Triste fue el lloro,
sin nombre, de los cielos,
en esta tarde.
Color plomizo,
sacaban sus vestidos
y no algodones.
Por eso, el alma,
estaba un tanto triste,
como las nubes.
Pero una brisa,
soplando del nordeste,
dejó esperanzas.
Y así, despacio,
el llanto y la tristeza,
fueron cambiados.
Se convirtieron,
la lluvia por un sol
muy agradable.
También el gris,
de nubes, cenicientas,
quedó en olvido.
Y la sonrisa,
volvió a nuestras pupilas,
mirando el cielo.
Su manto azul
servía de cobijo
al ancho mar.
Ante este cuadro,
\"te quiero\", al mar, le dije,
\"mi mariposa\".
Rafael Sánchez Ortega ©
12/06/25