En bandeja de plata ofrezco cien paisajes,
regalo un puñado de historias
con medio día de silencio servido.
Con tres líneas de disculpas por vivir a concho
un prefacio de corazón vendado,
una novela sin orden y con la siguiente pista.
Un arapo de sábana para mermar el frío
en un colchón de piedras
a consentir el tributo agrio de la censura.
Aquí yo siendo lo que más dé,
enterrando recuerdos por favor propio
solo para que no se hagan del placer tuyo.
Que no te llame quien murió para nacer
déjalo descansar, por cambio
puedo darte a quien le tocará morir esta vez.
...
“Eres la última mirada sobre los cerros que el sol da a la luna,
donde la tierra se hace de oro y el cielo sabe a mandarinas”