_Abuelo: Dos veces padre_
Con tus pasos ya cansados
me enseñaste a ser raíz,
a entender que ser feliz
no es correr desenfrenados
sino hallar paz en lo gris.
Tus silencios me cuidaban
más que muchos sermoneos,
y en tus gestos tan ateos
las estrellas me guiaban
aunque nunca hicieras ruegos.
Dos veces fuiste el abrigo:
padre de mi propio padre
y del niño de mi madre,
cuando el mundo va conmigo
pa’ que el miedo no se encuadre.
No supiste de teorías,
pero amaste sin demora.
Hoy tu ausencia se deflora,
como el sol en los umbrales
de mis tardes más vacías.