El caminar de los años (estrofa biselada)
Cansado con muchos años
y el sufrir de tantos daños...
caminaba pensativo
el decrépito provecto,
pensado que lo correcto
es sacudir el motivo.
En su afán de ver culpables
con recuerdos agradables...
se destrozaba el cerebro.
Su inteligencia fue tanta,
que guardaba en una manta
una ramita de enebro.
Guerra que no vio ganada
al llegar donde no hay nada...
es lo que el tiempo pedía,
el pelaje ya perdido
sin el ojo, ni el oído
el ajado resistía.
Pensaba en su mala suerte
«pa» cuando llegue la muerte.
El vetusto, vejestorio...
gastado y destartalado,
nunca miró para el lado
donde está su dormitorio.
Los que entramos al redil
disfrutemos hasta el fin.
Trasnochados, deslucidos,
arqueológicos, añosos.
Nuestros años mas gloriosos
los tenemos ya vencidos.
Se encorvaba el viejo arcaico
en pensar que fuera laico,
dudando del calendario...
del ayer que fue su anhelo
y de hoy no es consuelo
escuchar el campanario.
Lleva un bastón carcomido
y con paso resentido...
como si fuera su amigo
testimonio de su andanza,
abrazado a su esperanza
del dolor que va consigo.
Al mirar su sombra escasa
contemplando lo que pasa...
pintorrea en su silueta
un fantasma conocido,
su reflejo envejecido
que le vuelve majareta.
Sus relojes ya sin cuerda
no le dan lo que recuerda...
no marcan la despedida
pero suenan de repente,
campanadas en su mente
que le anuncian la partida.
No ataranta del abismo
se despide de sí mismo...
ni el sabor de lo que falta
le seduce la penumbra,
le acaricia y lo deslumbra
y al final su calma es alta.
Ya sin carga ni lamento
el se abraza al firmamento...
se recuesta en su sillón,
es hoja que se desprende
cuando el árbol ya no entiende
de verano ni estación.