Antonio Miguel Reyes

El caminar de los años (estrofa biselada)

El caminar de los años (estrofa biselada)

 

Cansado con muchos años

y el sufrir de tantos daños...

caminaba pensativo

el decrépito provecto,

pensado que lo correcto

es sacudir el motivo.

 

En su afán de ver culpables

con recuerdos agradables...

se destrozaba el cerebro.

Su inteligencia fue tanta,

que guardaba en una manta

una ramita de enebro.

 

Guerra que no vio ganada

al llegar donde no hay nada...

es lo que el tiempo pedía,

el pelaje ya perdido

sin el ojo, ni el oído

el ajado resistía.

 

Pensaba en su mala suerte

«pa» cuando llegue la muerte.

El vetusto, vejestorio...

gastado y destartalado,

nunca miró para el lado

donde está su dormitorio.

 

Los que entramos al redil

disfrutemos hasta el fin.

Trasnochados, deslucidos,

arqueológicos, añosos.

Nuestros años mas gloriosos

los tenemos ya vencidos.

 

Se encorvaba el viejo arcaico

en pensar que fuera laico,

dudando del calendario...

del ayer que fue su anhelo

y de hoy no es consuelo

escuchar el campanario.

 

Lleva un bastón carcomido

y con paso resentido...

como si fuera su amigo

testimonio de su andanza,

abrazado a su esperanza

del dolor que va consigo.

 

Al mirar su sombra escasa

contemplando lo que pasa...

pintorrea en su silueta

un fantasma conocido,

su reflejo envejecido

que le vuelve majareta.

 

Sus relojes ya sin cuerda

no le dan lo que recuerda...

no marcan la despedida

pero suenan de repente,

campanadas en su mente

que le anuncian la partida.

 

No ataranta del abismo

se despide de sí mismo...

ni el sabor de lo que falta

le seduce la penumbra,

le acaricia y lo deslumbra

y al final su calma es alta.

 

Ya sin carga ni lamento

el se abraza al firmamento...

se recuesta en su sillón,

es hoja que se desprende

cuando el árbol ya no entiende

de verano ni estación.