No te quiero con cheque al portador,
tengo un cielo como el que llevas puesto,
no hago caso al runrún del orador,
no le pido al sicario presupuesto.
No me acuerdo del día en que naciste,
tengo un plan caducado en la nevera,
tengo un dios de ocasión por si no existe,
guardo un alma de más en la chistera.
Tengo un sueño frustrado en la mesilla,
dos llamadas perdidas de tu boca,
un disfraz de poner la otra mejilla
y una lente que a veces desenfoca.
Debo algunos recibos a tu mente,
doce meses de atraso a la impaciencia,
ese beso que nos quedó pendiente
y un futuro inconcluso con la ciencia.
En la imagen de nuestros dos espejos
solo sale un retruécano a la inversa,
el marfil de tus dientes de azulejos,
las promesas que el tiempo tergiversa,
unos ojos que no admiten consejos,
una letra que lleva nieve inmersa
y unos labios mirándose de lejos:
unos parten y otros no regresan.