JUSTO ALDÚ

PARA QUIÉN ESCRIBO

PARA QUIÉN ESCRIBO

Escribo para ti,

hermano de lodo y machete,

que siembras el maíz

aunque la muerte crezca en la parcela.

 

El le hacía el amor a letras

ella gemía poesía.

 

Escribo para el que madruga,

con tierra cruda entre los pies,

y al sol, con voz que no se arruga,

le pide pan por altivez.

 

Para el que juega entre metralla,

y al viento llama “padre” fiel,

pues ya no hay nombre que le halle

consuelo a su niñez sin piel.

 

Escribo a la mujer que canta

mientras el plomo le hace altar,

sus senos son la patria santa,

su vientre no deja abortar.

 

Al albañil que pone el cielo

en torres que no va a habitar,

y sueña, aferrado a su anhelo,

sobre andamios de suspirar.

 

Para el vendedor de frutas

que traza en mango su sermón,

y en el sudor de sus cicutas

reposa el pulso del fogón.

 

Poeta, escribo para ti,

que alzas la voz con sangre ajena,

que no permites que el rubí

de esta América sea condena.

 

Que no te embriague la vitrina

de Harvard ni su inglés cliché,

ni el dólar que en su canto afina

estereotipos de bidet.

 

Que no perfume el verso hiriente

con palabras de exportación,

ni calle el grito persistente

que en quechua canta su oración.

 

Escribo porque hay sicariato

donde el Estado no nació,

porque al muchacho del zapato

le dieron plomo y no frijol.

 

Porque la flor que allí germina

es una ráfaga sin sol,

y el alma a veces se encamina

donde ya nadie pidió rol.

 

Escribo por la vieja sabia

que reza en medio del motor citadino

y en su rosario guarda rabia

y un pétalo del dictador.

 

Escribo porque hay una canción

que se negó a morirse

entre las ruinas de Ayacucho

y los rieles oxidados de Ciudad Juárez

o en el Canal de mi querida Panamá.

 

Escribo con rabia,

pero también con ternura:

como un puñal curvo envuelto en pañuelo

como una abuela que reza

una oración sin tiempo

en una esquina donde ya nadie cree.

 

JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025.