No intentes inculcarme un pensamiento,
déjame mirar el mundo desde mi rincón,
donde la verdad no tiene dueño
y el silencio pesa más que la razón.
No todo lo que brilla me conmueve,
ni toda fe me sirve de consuelo.
He aprendido a dudar de las respuestas
y a encontrar belleza en el desvelo.
La vida no se explica, se respira.
A veces duele, a veces brilla.
A veces pasa y no deja huella,
otras veces arde y no se olvida.
No soy promesa, ni soy destino,
camino lento, como quien no sabe a dónde va.
Pero cada paso tiene su latido,
y cada error, su forma de verdad.
No me pongas nombre, ni me digas cómo ser,
deja que me pierda, si perderme me hace ver.
Porque a veces vivir no es entenderlo todo,
sino abrazar el caos y no retroceder.