Teniendo boca, nunca habla;
teniendo ojos, nunca mira,
su nariz nunca respira
y en su mano, una guitarra.
Teniendo boca, no canta;
su mano, no escribe lira
y por ella, no delira...
¡Y cómo, si no tiene alma!
No sé si lo ve complejo
el enigma que se esconde
en los versos que le dejo.
Y la idea, cuando ronde,
con destellos de un reflejo
la veré, si me responde.