De la sierra se baja por las callejuelas de piedra buscando el campanar lejano de la iglesia.
La fuente espera en la esquina ,rodeada de cántaros y bestidos negros escondiendo sus miserias en portales de umbrales recios.
Niños ajenos al tiempo crean el sonido de la mañana en sus alborotos continuos, mientras la calleja continúa entre las paredes encaladas y miradas desde visillos indiscretos.
Las golondrinas por compañeras rasean las tejas viejas mientras un par de yugos esperan su penitencia atados en la puerta de la tasca .
Y te baja la calleja con decisión , el cuerpo obligado a luchar con la pendiente a encontrarte con la plaza con su gente.
Y ahí está ,como ha estado siempre, testigo de envidias y amores, de miedos y temores. Solemne de siglos pregonera de la historia ,temerosa del hombre.
La puerta de madera mellada por el tiempo anclada en grandes sillares que uno tras otro forman la gran base amarilla que soporta el delgado campanario, lo más cercano al cielo de esta tierra yerma que año tras año conquista una pareja de cigüeñas.
Pasaré de largo y sin mirar.