Michaella

El club de los monstruos suicidas.

-Ótti

 

Tomas mis manos y tomas mis heridas,

Tomas mi mente y te apoderas de ella.

Prometes sanar, pero con el tiempo sólo permaneces,

dices que nada dura por siempre, con el objetivo de calmarme, simplemente se vuelve peor.

 

Llegas con tanta calma, cómo una canción de cuna.

Me arrullas, lento y armonioso,

estás presente, de tal forma que te veo, te acepto y te siento.

Te siento hasta que me termino perdiendo.

No entiendo, lo juro. Creí que eras para mí seguro.

 

El corazón se acelera cómo un tambor con eco, 

el mundo de repente se está moviendo a 300 km/h,

los dedos entumecidos y rígidos se perciben cómo de un cadáver.

Lágrimas, sudor y dolor, giran y giran a mi alrededor.

La necesidad de consumir las calorías necesarias para vivir tres vidas,

sólo para morir de hambre por el resto de los días.

 

Sensación de calor, quema tal cual lava,

hormigueo que recorre todo el cuerpo acompañado de picor,

¿Así se siente morir?

Sin poder hablar, gritar ni llorar.

Apenas puede respirar, necesito que lo hagan parar.

 

¡Ayuda! Quiero gritar y clamar por ella,

pero no entenderían algo que no es palpable ni visible.

Se siente cómo morir, el problema es que no sucede.

Y al final nadie comprende a Ótti, su misión era prevenir,

yo sé que nunca me quiso destruir,

Lo que es verdaderamente aterrador es que si lo hizo.