Despierta el fuego con ritos de mortaja,
la tierra gime su cólera más baja.
con la plegaria del niño en la trinchera,
crujen los muros del alma que se altera,
y tiembla la luna, no hay cruz ni cimera,
la arena canta su cifra de ceguera.
Bajo los cielos no hay paz ni profecía,
es sólo un desierto sin liturgia o guía.
Dios ya no escucha, su templo se desgaja,
con la sangre firma la nueva bandera,
y el sol desciende con furia y herejía.
JUSTO ALDÚ / Derechos reservados 2025.