Esta noche vence el plazo:
cuando el reloj dé las doce,
cumple años un flechazo
desgastado por el roce.
Sin fuegos artificiales,
con cartel de amor en venta;
los doce ya no son pares,
septiembre ya no calienta.
Como apuntes de instituto
subrayados por la tinta
de plumas que guardan luto
por la página ya extinta,
se quedó en papel mojado
aquel hotel del pasado
cuya memoria está encinta.
Me has dejado en recepción
tu colección de caprichos,
un alma en vías de extinción,
un deseo en entredicho,
la piel que quedó en reducto,
una carta al corazón
con dos billetes de avión;
un te quiero entre comillas,
un fantasma en la mirilla,
un adiós en usufructo,
una partida a tres bandas,
un perdón de propaganda,
dos promesas con diabetes,
una sarta de mentiras,
un olvido con corchetes
un después en la cuneta,
cien aflojas y dos tiras,
un dios que ahoga y aprieta
y un verano en la basura.
(Aquí traigo la factura).
Yo, como soy un caballero,
en la barra del pasado
te he dejado pagado,
sin tarjeta ni dinero,
un beodo en mal estado...
(pregúntale al camarero).
Tus desnudos de postales
no me sirven en el Polo;
las dobles majas mentales
ya me las pinto yo solo.