Yasuara Melgara

Donde no duele

No es frialdad, es defensa.

No es distancia, es cuidado.

Hubo un tiempo en que el alma se abría,

y la herida llegó disfrazada de abrazo.

 

Fue amorosa, fue noble, fue luz en los días,

hasta que el engaño le apagó las esquinas.

Ahora camina con pasos serenos,

pero dentro hay ecos… y miedo, y veneno.

 

No confía en los gestos que otros celebran,

ni en palabras dulces que el viento se lleva.

Los halagos le pesan, los regalos le duelen,

pues antes vinieron con risas que hieren.

 

No es que no sienta, no es que no quiera,

es que aprendió que mostrar amor quema.

Que dar la ternura sin red ni barrera

puede ser arma que el mundo revienta.

 

Rechazada fue una vez sin razón,

ignoraron su risa, su entrega, su don.

Y ahora se esconde, aunque en el fondo arda,

aunque el pecho susurre que aún guarda esperanza.

 

Inteligente en cada gesto contenido,

trabajadora incansable, aunque se sienta al olvido.

Amable con todos, consigo… más dura,

guerrera discreta de noches oscuras.

 

No le gusta la amistad que se ofrece ligera,

porque antes, la burla vistió de sincera.

Huye del lazo, del abrazo casual,

no por orgullo… por miedo al final.

 

Y sin embargo, es dulce sin saberlo,

cálida incluso si no puede decirlo.

Amorosa en lo más escondido,

aunque calle el amor, aunque tiemble el latido.

 

No guarda rencor, no desea venganza,

solo quiere existir sin cargar esa lanza.

Pero cree —muy dentro— que no lo merece,

como si amar fuera algo que a otros pertenece.

 

Yasuara Melgara