el brujo de letziaga

No luches contigo.

No luches contigo,
pues esta noche visitaré tu aposento,
y mi sangre en tu cuerpo,
te conferirá mi testosterona y su abrigo...

Tras que mi olor de macho
te vaya absorbiendo la sangre poco a poco,
en un implacable asedio,
con el inmenso presente del abrazo mismo...

Y al de un buen rato,
cuando me indiques el momento justo,
en tu lecho desordenado,
haremos el amor como en un templo griego...

Hasta el gran trueno diabólico,
después de que beses cada cicatriz de mi cuerpo,
y en el ahora entretanto,
ladra un perro a la luna, que viaja de incógnito...