Miraba la niña el cielo,
miraba su rostro hueco.
Caminaba por el monte de espinas,
ay, de espinas y lamento.
En el camino se encontró una rosa.
Miraba la niña la rosa,
miraba su dulce recuerdo.
Se alejó del bullicio de la muerte,
ay, de la muerte y su encuentro.
Entre los escombros encontró a su madre.
Miraba la niña a su madre,
miraba su etérea mirada.
De sus ojos caían recuerdos,
ay, recuerdos de escarcha helada.
Abrazó a su madre y se durmió con ella.