Flor del chañar mañanero,
perfume que no se olvida,
te encontré en la polvareda
tibia de una siesta herida.
Sombra clara en mi sendero,
canto manso de la orilla,
me curaste las espinas
con tu voz hecha semilla.
Si me nombra tu ternura,
la distancia se desanda,
y el recuerdo se arrodilla
donde el alma se me agranda.
Sos caricia de la tierra
cuando el mundo se oscurece,
un milagro de dulzura
que florece y permanece.
Cuando sopla el viento norte
y en la sangre arde la pena,
me acurruco en tu memoria
como pájaro en la arena.
Te soñé bajo un quebracho
dibujando madrugadas,
y el silencio se hizo copla
cuando encontré tu mirada.
Flor del chañar, compañera,
de mis días y mis pasos,
llevo el alma perfumada
de esperanzas y de abrazos.