El silencio es negro
El momento pasó de oscuro a negro,
la noche no intervino para nada,
era negro el crespón y negro el ceño
más que la mirada.
No dijimos adiós, no hacia falta,
el silencio suplía este tormento
mientras la soledad, desesperada,
venía con el viento.
Yo te busqué en tus ojos
aguzé penetrante la mirada,
solo miraba negro, negro,
pero no había nada.
Sin embargo, allá en el fondo
brillo una chispa diminuta y clara
y supe ciertamente que jamás
me olvidaría de tu cara.
Un golpe seco me selló la puerta
para que no siguiera tras de tí;
alguien me decía: Ella está muerta
y yo no supe nada que decir.