Mi hermana,
en tus abracitos
el reloj se va a dormir,
y la luna se arremanga
para vernos sonreír.
Tu calor es una manta
que me sabe traducir
los misterios de la noche
cuando quiero descubrir.
No me asusta
lo que es grande
si me dejas por allí
escondido entre tus abrazos
como un brote de alelí.
Si algún día soy más alto,
aun te voy a pedir:
¡no me quites los abracitos
que me hacían tan feliz!