El tiempo se ha cansado de esperar
que el paso del reloj le dé permiso.
El rol de su pasado es avanzar,
y el presente le hace caso omiso.
Y mientras, el futuro, a su pesar,
se cuela pertinaz sin previo aviso;
su única obsesión es no cesar,
y nunca muestra cara de indeciso.
Ilusos, el ahora y el después,
con ínfulas de alzarse a un mañana:
aquello que hayan sido, ya no es;
la hora que ahora ves queda lejana.
El tiempo que tú cuentas ya no cuenta,
el paso a cada paso es un momento
que llega y, cuando miras, ya se ausenta
sin darle más opción a un nuevo intento.
Al tiempo no le da tiempo a pensar
si el lapso del instante lleva urgencia;
por mucho que presuma de pasar,
su único bastión es la experiencia.