Aquella noche bajo un cielo estrellado,
dos miradas desconocidas se encontraron,
dos almas ardientes que se entendieron,
fuego y pasión que nunca olvidaron.
Un hombre maduro lleno de misterio,
y una joven con el alma abierta,
el 16 de julio de 2016 grabado en el tiempo,
un instante único lleno de anhelo y deseo.
Beso tras beso, una danza incontrolable,
pasión que desbordaba cada instante.
Sus labios me cubrían como olas al mar,
un fuego ardiente que no dejaba escapar.
Esa noche fue un sueño hecho realidad,
donde lo dulce y lo prohibido se unieron sin final.
Fue un lienzo de locura y arte sin igual,
el encuentro de dos almas, fuego celestial.
En ese momento eterno sellamos nuestro camino,
susurros y besos que guardo conmigo.
Esa caricia permanece viva en mi ser,
la llama que en mi alma siempre ha de arder.