Aquellas clases
con mesas y pupitres
no las olvido.
Sus altos techos,
los grandes ventanales
y las pizarras.
La regia mesa
del profe, con sus libros,
y la tarima.
Veo el terráqueo
con libros soñolientos
y algo de polvo.
Las matemáticas,
danzaban, con nosotros
en las cabezas.
Los largos cantos
de números y múltiplos
con los quebrados.
Luego el silencio.
La voz del profesor
dando la historia.
Y el pensamiento
danzando con sus héroes
y las princesas.
...Hoy, el recuerdo
me lleva a primaveras
ya amortizadas.
Pero hasta el alma
hoy llegan los latidos
de aquellos días.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/06/25