Luis Hidalgo

Mi simple despachador

¿Que queda de los viejos hábitos?
El pequeño despacho de ese terrible corazón,
No hay nada en el que pueda cambiar,
Se entristece sin demostrar lo que da,
El amor le ha fallado dejando el dolor,
El simple recuerdo de un desamor,
¡Ya basta de aquel despecho!
Siente menos como un despachador,
Un simple empeño de romper un corazón,
Un solo tercio de lo que es el amor...
 
El odio abarca un segundo,
El amor abarca una eternidad,
Así vaga un perro inmundo,
Mejor al esconder la verdad,
¿Es amor lo que siente?
¿O es amor lo que da?
Algo es seguro,
Amor jamás le faltara,
Entonces, ¿Qué queda de los viejos hábitos?
¿Es recibir y luego dar?
¿O es dar y no recibir?
¿Es sentir y no poder olvidar?
¿O es olvidar y no poder sentir?
He ahí la cuestión de la vida,
La vida después del amor,
De enamorado en pie de caída,
A bastardo de poca compasión,
No es amor cuando es amado,
Es despecho que paga sin razón,
No da amor cuando da engaño,
Solo le queda la satisfacción...
   
Vive la vida en una lujuria,
Olvida el amor por una penuria,
Acaba despachando a la que viniese,
La desecha por ilusión que trajéese,
Es simple tener ese sentimiento,
Hay corazones que se oscurecen,
No hay despecho que por mal no viniese,
Pero aun así la soledad entristece...
 
Si el amor no es su amigo,
¿Por qué el empeño de enamorar?
¿Es que así favorece al olvido?
¿O es solo un juego de falsedad?
¿Es la pena de no poder amar?
¿O son los hábitos que no puede dejar?...”