De la mano de la madre
corría el niño, con su frágil brazo al aire
y una risa que abarcaba cielo y tierra.
Los ojos de la madre. una sonrisa de plenitud
de los dioses en amanecer reflejaban.
La mascarilla impedía ver esos labios
llenos de alegría.
En ese momento ni para ella, ni para el niño
existía el mundo y sus preocupaciones.
solo ese momento infinito de éxtasis
Y beatitud.
Gijón, España, 7 de marzo 2021