Abres los ojos, la luz vuelve a entrar,
pero solo quieres cerrarlos de nuevo,
el coagulado mar doloroso te acecha con sus olas,
una ventisca que te envuelve, carcome tu pecho.
La oscuridad mancha y pudre tu mente,
quieres que detenga su asedio,
ella te muestra la única salida: tu muerte.
Tu carne está caliente, pero tú estás muerto,
la desesperanza que marca tu piel;
la cobardía que te estremece y te retiene,
solo tú has podido mirarla a los ojos.
Te veo tumbado, has estado allí por días,
en tu lecho de muerte, vives como enfermo
y en tus manos el momento en que sufrirás.
¿Por qué mueres tan joven y sin honor?
Tal vez olvidaste que un día se esfumaría.
Que verías por ultima vez el mundo y sentirías el frío.
Ahora pareces un muerto, pero tienes vida.