Pasional del Arado (2)๐โจ๐นโค๏ธ
Ella:
Pensé que no volverías
tras beber lo que ofrecí.
¿Te asustó lo que sentí
cuando ardían las umbrías?
Él:
No hay temor cuando se toca
lo que nunca se mendiga.
Tu cuerpo fue la espiga
desgranada en mi boca.
Ella:
No quiero que me veneres
ni me lleves al altar.
Sólo vuelve a cosechar
mi trigo si así lo quieres.
Él:
No vengo con juramento,
ni con palabras gastadas.
Tus ansias desabrochadas
me bastan como argumento.
Ella:
¿Y si mañana te vas
sin decir adiós siquiera?
¿Si otra piel te desespera
y te borra lo que das?
Él:
Si me voy, sabrás de mí
por el temblor en la brisa.
Y si otra toca mi prisa
aun así, quedas en mí.
Ella:
No me basta con el hecho.
Quiero tu cuerpo tendido
como río compartido
cuando amanezca en mi lecho.
Él:
Y yo quiero tus alientos
con sabor a tierra abierta.
Tu boca, mi puerta cierta.
Tus senos, mis fundamentos.
Ella:
Entonces ven, sin demora.
Hazme casa entre la encina.
Que mi carne se empecina
cuando el campo canta o llora.
Él:
Iré donde el sol te embiste
sin temor a la distancia.
Tu deseo es mi sustancia
en tu cuerpo el \"nos\" existe.
La alondra ya está cantando, sobre el laurel del establo. ¿Te quedarás en mi rastro, o te irás sin ir avisando?
No soy raíz ni muralla, ni promesa de campanas. Pero hay cosas que se hermanan, aunque tengan sus batallas.
Tu olor aún vive en mi pecho, como un rumor entre hojas. Y mis piernas son las rojas, cicatrices de tu trecho.
Tú no fuiste un accidente, ni un calor para el olvido. Fuiste una diosa que en mi latido, se acostó suave y consciente.
Yo no sé rezar tu nombre, sin sentirlo en carne viva. Mi deseo aún me cautiva, aunque el miedo casi asombre.
No hay amor sin ese filo, que divide y que acaricia. Pero en ti hallé la primicia, de un temblor sin doble filo.
Entonces, quédate un poco. No para siempre, ni en jaula. Sólo hasta que esta aula, el sol se quiebre en su foco.
Me quedaré sin bandera, sin camino ni frontera. Tu piel será la manera, del pasar sobre la espera.