Te vi y pude verte al fin, ya no había un muro tras de ti, ya no había sombra para esconderte y lanzarme piedritas; esas arrugas asomadas ocultan la fragilidad de una infancia atormentada, aún yace fresca la huella de una inocencia arrebatada.
La ira por el infortunio, la prematura despedida, el sin sabor y la amargura; más, lo que había que forjar ya ha terminado, nuestros caminos desde ahora se han separado y mi último sentir respecto a ti, es que ya has sido perdonado.