Han sido unos meses
de cargas emocionales,
de cerrar puertas,
de dejar de ser complaciente,
de ponerme a mí primero,
y que se jodan los demás.
He ido haciendo las maletas,
maletas emocionales,
despidiéndome uno por uno
de lo que fue mi día a día.
Tengo miedo por el cambio,
pero de eso se trata la vida:
lanzar al vacío,
lanzarme y superar ese miedo.
Sé que puedo,
porque ya lo he superado antes,
y esta vez no será la excepción.
Es parte de mi desarrollo;
gracias a ello lograré lo que deseo.
Aquí estoy estancada,
y mi acto de amor propio
es despedirme de lo que me dio comodidad.
Es hora de darle la bienvenida a la incomodidad
para encontrar nuevamente el camino perdido.
Este es mi año de transformación;
lo siento cada día, las señales son obvias:
el mundo me grita \"muévete\".
No tengo nada que me ate;
no debo construir nada aquí.
El ahora está afuera.