Otra vez, el desasosiego:
esa inesperada insistencia
con que mi respiración
mide el instante
y en él se ahoga.
No sé de dónde ahora viene;
desde qué lejana herida
me reclama y se justifica.
Sólo sé que es un viejo visitante
que nunca confiesa
su ominoso pasado,
su región de nacimiento.
Estas palabras, ahora urgentes,
para matarlo una vez más,
para sobrevivir a él,
hasta su próxima resurrección.
Estas palabras
que le empoderan sobre mí
porque sabe que ellas son
necesariamente
mis fieles sicarias.
David Galán Parro
10 de junio de 2025