Y cuando acalle el latido,
dejando mi cuerpo desnudo, inerte,
sin respiración, sin anhelos,
dejando la extraña sensación de lo habitado,
más allá de esta vida,
seguirás siendo tú,
mi aliento, mi verdad y osadía.
Y cuando duerma por un momento
sabiendo que ese instante es la eternidad del tiempo
y no pueda abrir el vientre del aire
para respirar sutilmente
y no pueda renacer con cada pensamiento
ni engendrar de nuevo sueños hermosos
más allá del misterio del silencio
seguirás siendo tú
mi lenguaje, mi verbo y mi poesía
Seguirás siendo la ternura
contenida en la mano del hombre
la mano abierta extendida, la luz y el horizonte
el nombre sagrado, la oración y el soporte
la semejanza e imagen del amor
y nuestro norte.