Ante la puerta,
sombría del destino,
yo me detengo.
Alzo la vista
y miro ante la bruma...
¡No veo nada!
Es algo denso,
oscuro y sin respuestas
lo que me espera.
Quizás, por ello,
mi cuerpo se estremece
y tengo miedo.
Miedo a la vida,
al resto que me queda
de este futuro.
Porque perduran
preguntas, sin respuesta,
que se hace el alma.
Queda un recodo,
con piedras y guijarros
del gran sendero.
La última vuelta,
tan simple, de un camino,
lleno de espinas.
Y allí terminan
y acaban, estos versos,
de mi poema.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/06/25