Oye.
Mi recurso mas cobarde es escribirte porque la vida misma sabe que jamas me atreveré a hablarte, te dicto a lo lejos con el atrevimiento de mis ojos que me encantas, te digo con el suspiro de mi ser que te admiro y profeso cada día que te quiero ver.
Mis angustias acentúan realidad que prefiero ignorar con gran esfuerzo, las fracturas del ayer no han sanado y temo no recuperarme nunca, y presumo que la cura aun no existe.
Me escondo en los rostros de un mal carácter y simulo un vigor inalterable, pero es en vano cuando capturo tu mirada en mi, desarmas y destruyes toda barrera.
En la penumbra de mi alma anhelo que si quiera un día sepas que te ame, en el desconsuelo de una vida solitaria que mira desde lejos y se resigna a no tenerte, en el dolor de un corazón que teme a ser finalmente destruido.