I
Dunia, luz que en mis días brilla,
amanecer dulce, cálida semilla,
en cada latido renace la vida,
tu nombre es canción nunca vencida.
II
Tu voz es brisa que al alma acaricia,
melodía pura que el corazón inicia,
aunque lejos estés, te siento cerca,
como estrella que en la noche no se quiebra.
III
Eres refugio en tormenta fiera,
risa que al miedo siempre supera,
luna que guía mis noches en vela,
fuego que enciende mi alma entera.
IV
Tus ojos, luceros de cielo profundo,
me pierdo en ellos, olvido el mundo,
manos que anclan mi barco errante,
piel que invita a un amor constante.
V
Cada día crece este río sin fin,
que se une al mar para vivir en ti,
contigo aprendí a amar con pasión,
fundiendo en uno nuestro corazón.
VI
No hay distancia, ni tiempo, ni dolor,
que rompa el lazo de nuestro amor,
eres amiga, amante y sostén,
el sueño que despierta mi bien.
VII
En tus brazos hallo calma y ardor,
paz que envuelve, fuego y fervor,
juntos andamos senderos inciertos,
llorando, riendo, siempre despiertos.
VIII
Cada beso es pacto de ternura,
cada abrazo cura mi locura,
no soy santo, lo sé, ni perfecto,
pero en ti hallo mi más puro afecto.
IX
Sanaste heridas, llenaste el vacío,
en tu mirada encuentro mi río,
quiero ser sombra, luz y compañero,
tu guardián fiel, amor verdadero.
X
Prometo cuidarte en calma y tormenta,
ser voz que alienta, la mitad que sustenta,
pido a Dios que nunca nos separe el dolor,
que guíe siempre el fuego de nuestro amor.
XI
Cruzaré mares, cielos y montañas,
porque tú eres llama que mi alma baña,
Dunia de los Ángeles, vida y querer,
a tu lado por siempre quiero renacer.
XII
Que el tiempo sea testigo sincero,
de este amor eterno, profundo y verdadero,
quédate conmigo, en alma y en ser,
tú eres el sueño que no quiero perder.