Antonio Miguel Reyes

El tiempo errante (Soneto)

El tiempo errante. 

Murió sin voz, con la mirada errante,
sin un adiós, sin fuego en la garganta,
la luz huyó del alma cuando canta
y solo el frío habló por su semblante.

Nadie escuchó su grito vacilante,
la soledad fue cárcel que lo encanta,
una prisión sin llave ni tiranta,
un pozo ciego, quieto y delirante.

El mundo sigue y nadie lo lamenta,
tan solo el eco, torpe y desvalido,
lo nombra a veces bajo la tormenta.

Y en la quietud de un verso sin sentido
su nombre arde sin llama ni herramienta,
como el papel que el viento, lo ha movido.